Las plantas mías.

Las plantas.

Buenos Aires, 15 de Julio 2017.

La vida sigue en las plantas, será por eso que tengo plantas de la familia y de mis amigos muertos, ellas viven, creciendo y dando flores, más allá de sus dueños entretejen sueños propios y se entrecruzan con otras plantas, se enferman, se brotan, se mojan y se liberan y así yo acomodo la azalea de Juan Calcarami que acoplada al cambio climático ya me está mostrando sus prímulos pimpollos que serán blancos y pienso en sus manos sacando hojas secas, removiendo la tierra, ponderando el cariño de la lluvia, eras chiquita y ahora sos tan grande, eras niña y ahora somos casi viejas con nuestros troncos torcidos buscando el sol y yo bato las ramas de las palmeras de la tía Lília a las que les falta tierra y espacio pero no cariño o cuidados, eras tres retoños y ahora ya no entramos en tus rincones iluminados y también pulverizo el helechito de mamita que tiene una cochinilla incipiente. Aahh... pero no se crean que somos solo lúgubres y no tenemos plantas de los vivos, también es muy amigo de Cochinilla el limonero de Kineti y está el eternamente agradecido farolito chino del Manzana que siempre aparece lleno de flores y hormigas y la orquídea rústica sin nombre de la mamá de los Corujo que vino en avión sentada al lado mío desde Paraná y las hay recuperadas de la basura por que tirar una planta enferma es peor que verla y no recogerla y hay varios Paraísos y Fresnos brotes de los árboles de la calle, rescatados del escuadrón de la muerte de parques y jardines del gobierno de la ciudad. Y así sería que las plantas nos preceden y nos suceden y en su elevada y contemplativa existencia yo las saludo y las venero en sus propios altares soleados o nublados y con caracoles y babosas agradecemos ésta liturgia de la naturaleza nuestra de cada día.

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