La Gacela de Almagro.

Hace unos días por calle Corrientes y Medrano, una plenísima tarde de verano que en tanto había estado lloviendo, el aire estaba diáfano y había charcos que parecían de agua limpia en todas las aceras. Recuerdo haber estado pensando en eso, en la liviandad del charco por sobre el calor y el sol y esa temperatura. Entonces pasó un muchacho de piel caoba impoluta y al verlo se notaba claramente que estaba desfilando, era alto y esbelto, tenía el peinado en motas cortas, le faltaba un pedazo de pelo y de cuero cabelludo en la parte trasera inferior izquierda del cráneo, a la vista perceptible producto de alguna voraz caída o golpe traicionero, iba espléndida suelta como una paloma, con una pollera de simil cuero negro rota, en gajos, en desgajos y llevaba una bolsa de plástico grande con lo que parecían sus pertenencias más cercanas, una remerita ajustada negra e iba descalza, se abría de piernas a lo bailarina clásica sobre la senda peatonal y su platea era todo el tráfico detenido en el semáforo. Cuando cruzó finalmente hacia la acera de enfrente se miró en el espejo del charco y se agachó casi como una gacela en celo, agotada, sedienta y tan desesperada que bebió del mismo charco su reflejo, estiró la pata en cucharita y se tomó unos tragos del suelo. Y después siguió caminando por la vereda y ahí la perdí de vista o la quise perder para no parecer todas las otras "vinchucas de barrio" que la miraban con el cogote torcido y la boca abierta pero sin ningún destello ya de gacela alguna. La Gacela se perdió en la jungla que espero la cobije y la reciba y la respete en esa corrida sin cadena que la desata o la persigue. Quién sabe o quién sabrá nunca a donde iba ella ? tan bella, tan única, ni ella sabe. O si ? Debería haberle preguntado probablemente pero su pureza selvática parecía haberme consternado.

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